El Gringo de Sunchubamba - ocurrencia cajabambina


Antiguamente Sunchubamba era una próspera hacienda de unos gringos alemanes, los cuales aparte de producir toda clase de cereales, tubérculos, otros productos agrícolas tenían gran cantidad de ganado vacuno. Pero así como había mucha prosperidad no faltaban los aspectos negativos, como los abigeos que se dedicaban a robar ganado. Una banda pequeña de 3 ladrones había entrado a la hacienda y por cuarta vez consecutiva se llevaron varias cabezas de ganado. El capataz de la hacienda un gringo llamado Hernán Dovin, al enterarse nuevamente del robo, llamó al jefe de los repunteros y peones un tal Héctor Alcalde y le dijo: toma tres hombres y tráeme las orejas de los ladrones. Los peones con buenos caballos y carabinas partieron en busca de los abigeos. No tardaron en encontrarlos en Huacraruco y cada uno de los amigos de lo ajeno recibió su respectiva dosis de plomo; acto seguido, regresaron a la hacienda llevándose las orejas de éstos.

Al poco tiempo, llegaron los guardias a la casa hacienda de Sunchubamba y apresaron a los peones y al capataz Dovin, acusándolos de asesinatos de tres hombres negociantes de ganado; los llevaron a la cárcel de Cajamarca y, como es costumbre con la rapidez de la justicia peruana, el gringo pasó una buena temporada entre rejas sin que le hagan el juicio de la acusación; hasta que por fin, después de mucho tiempo, llegó el tan esperado, pero temido juicio.

El juez preguntó: ¿Por qué mando usted matar a esos tres hombres?
-Yo no haber mandado matar a ningún hombre, su Señoría. Contestó muy seguro el gringo.
- ¿Cómo? Sus hombres dicen que usted los mandó y todavía que le lleven las orejas…

- No Su Señoría, yo haber dicho peones; buscar ladrones y traer de las orejas…y estos brutos solo haber traído las orejas.

El gringo Hernán Dovin, fue absuelto y declarado inocente.
Fuente: "Crónicas y leyendas de Cajabamba", Carlos Quevedo Guerra.
Foto cortesía

No hay comentarios.:

Publicar un comentario