Falleció el cajabambino Monseñor Jesús Mateo Calderón Barrueto


El Obispo Emérito de la Diócesis de Puno, Monseñor Jesús Mateo Calderón Barrueto, falleció a ayer a las 5:00 horas en el hospital Loayza de Lima.

El monseñor se encontraba internado en ese hospital desde el pasado viernes 22 de octubre, donde fue intervenido quirúrgicamente en la cabeza debido a un derrame cerebral que sufrió tras una caída.

Tras seis días de permanecer en estado de coma profundo, el Obispo del Pueblo dejó de existir en Lima, en los últimos años estaba siendo cuidado por su hermanos Nicolás, Josefa, Flor de María y otros parientes.


DATOS BIOGRÁFICOS

Nació en Cajabamba, Cajamarca, el 21 de setiembre de 1920. Sus padres igual que sus trece hermanos formaron una familia cristiana que dejó ejemplo en esa localidad. En 1937 ingresó a la Orden de Predicadores, en el convento de Santo Domingo de Lima, cuyo prior era el padre Enrique Muñoz; a la misma Orden pertenecían dos primos hermanos suyos, los padres Enrique y Sadoc Calderón. Al poco tiempo fue enviado al postulantado de Arequipa y a los dos años viajó al Cusco a hacer su noviciado, bajo la dirección del padre Alberto Dettmann OP, posteriormente obispo de Ica.


El 6 junio de 1940 emitió sus votos religiosos, e hizo sus estudios de filosofía y teología en el Estudio General e Internacional Dominicano del Cusco. En aquellos años era provincial el padre Francisco Vásquez y maestro de estudiantes el padre Humberto Molano. Sus compañeros del estudiantado contaban que era muy dedicado al estudio, religioso observante, piadoso, sencillo y amable, amante de la virgen María, en el rezo del Rosario. Dispuesto a colaborar en las actividades religiosas, culturales y recreativas de la numerosa comunidad de aquel entonces.


Se ganó el respeto y cariño de sus compañeros y superiores. Fue ordenado sacerdote dos años antes de terminar los estudios teológicos, el 27 de diciembre de 1944. Después de graduarse de lector en Teología, fue nombrado vice maestro de estudiantes; y al comprobar sus cualidades en la formación, fue enviado a Roma a la escuela de maestros de novicios que funcionaba en Santa Sabina; y al mismo tiempo obtuvo su Licenciatura en Teología en el Angelicum.


Al regresar al Perú fue nombrado maestro de novicios y enseñó en el Estudio General. También se dedicó a hacer misiones en los pueblos vecinos de la ciudad del Cusco. Tuvo la oportunidad de participar en La Gran Misión de Lima (1966-1967) donde se dio a conocer sus actitudes misioneras y su inclinación para optar por los pobres y abandonados. En el Cusco trabajó con los obreros y también con los cursillos de cristiandad. Fundó una asociación “Los Juanes y las Marías de los Sagrarios” para fomentar el amor y devoción a La Eucaristía y para hacer catequesis.


Fue prior del convento de Santo Domingo de Arequipa; el 13 de mayo de 1969 fue promovido al episcopado con el título de Obispo de Bevagna y obispo auxiliar de la diócesis de Ica. Allí cooperó con Mons. Alberto Dettmann OP durante tres años, hasta que fue nombrado el 3 de noviembre de 1972 como obispo diocesano de la Diócesis de Puno, donde trabajó por 26 años. El 14 de febrero de 1998 aceptada su renuncia por haber cumplido la edad canónica, quedó como obispo emérito de Puno.
Le correspondió los trabajos pastorales de obispo en tiempos muy difíciles en el Perú y también en la santa Iglesia. Cambios introducidos por el Concilio Vaticano II y grandes revueltas políticas por la revolución de los tiempos de gobierno militar. Tuvo que afrontar tanto en Ica como en Puno las confrontaciones de la reforma agraria y de las polémicas entre gente de derecha e izquierda. Como obispo dio un valiente testimonio de cómo la Iglesia debía asumir el compromiso y la doctrina social cristiana de servir y liberar a los pobres, y al mismo tiempo defender la justicia. Especialmente él fue un punto de apoyo en los grandes cambios de la pastoral, concretamente en la pastoral andina; supo encausar a los fieles a la justicia y al derecho de los más débiles; también supo protestar ante el poder militar. Dejó ejemplo de prudencia cuando, al inicio de su trabajo pastoral en Puno, tuvo que unificar a los fieles divididos por algunos problemas eclesiales. Todas estas actividades y compromisos como pastor le hicieron ganar el cariño y confianza del pueblo de Puno, lo mismo de sus sacerdotes y religiosos que le acompañaron durante su gobierno eclesial.


Nunca dejó de sentirse fraile de la Orden Dominica, y siempre que podía se recogía en el convento con su hábito dominicano. De tal modo que al ser obispo emérito de Puno se retiró a vivir con sus hermanos dominicos. Estuvo en Cusco y finalmente en Lima. En ambos conventos siempre estuvo a disposición de los superiores y le agradaba participar en las diversas actividades y fiestas sociales y religiosas de la vida comunitaria. Estaba atento para participar con las actividades solemnes de sus hermanos los obispos.


Uno de los ejemplos que nos ha dejado es su piedad por la Virgen María: durante estos últimos años ha sido un fiel servidor de la misa del mediodía en el templo de santo Domingo ante el altar de la virgen del Rosario; muchas veces caminando con dificultad y hasta arrastrando los pies iba a esta celebración. Aún el último jueves, en cuya noche le dio el ataque cerebral había celebrado esa misa.


Toda su comunidad religiosa siente la pérdida irreparable de nuestro hermano Jesús Mateo.


Descansa en paz, Mons. Jesús


(*) Reseña escrita por el P. Jorge Cuadros, exprovincial de la orden dominicana en el Perú.
FUENTE: Los andes

1 comentario:

  1. Conocí de casualidad a Monseñor Jesús Calderón Barrueto O.P. en el año 2002 en Trujillo, él estuvo varios meses en la Iglesia Santo Domingo de Trujillo celebrando la misa de lunes a viernes a las 7.00 p.m., sábados a las 6.00 p.m. y domingos 8.30 a.m. durante los meses que ese año estubo en Trujillo, tuve la oportunidad de participar de varias de sus misas y recuerdo que contaba sus experiencias pastorales como obispo de Puno dónde pude rescatar a un pastor según el corazón de Dios, cercano a sus feligreses y dispuesto siempre a llevarlos a Dios. Recuerdo que ya estaba muy anciano, caminaba con dificultad pero se notaba en el aún mucho vigor y fuerza para cumplir su misión hasta el final.


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