¿Qué sería sin ti?

Por: Guillermo SILVA
Isabel I, en inglés Elisabeth I, subió al trono en 1558. A menudo, la llamaban La Reina Virgen, Gloriana o la Buena Reina. Durante su reinado, Inglaterra pasó de ser una nación pobre a convertirse en una potencia y lo es hasta la fecha. El gran cambio lo hizo sobre todo, con la educación de la población, porque dejó de ser un beneficio exclusivo de la corte, de la nobleza.

En ese tiempo, también se dio el resplandor cultural y uno de los exponentes fue William Shakespeare. Resaltó como escritor por evocar las pasiones humanas. El amor, la ambición, la avaricia, la duda, la mentira, la inteligencia, la venganza y la locura, son algunas de las pasiones que él utilizaba para personificar a los seres humanos. Entre sus obras destaca “La Tragedia de Hamlet”, quien encarna a la duda (Ser o no ser).
Por esto, de estas manifestaciones hoy quisiera encuadrar al amor, el cual lo interpretamos de 2 formas: una concepción altruista, basada en la ternura y la solidaridad y otra concepción egoísta, basada en el interés individual y la competencia. Al egoísmo, se lo relaciona con el cuerpo y el mundo material. Al altruismo, con el alma y el mundo espiritual.

Entonces, quisiera referirme a ese amor donde la expectativa es que un ser humano cercano nos colme de satisfacción y felicidad existencial. Este modelo de amor que une a las personas, es ese amor romántico el cual da más énfasis a las emociones que al placer. Es lo que falta en el mundo de hoy.

En consecuencia, es un tipo de afecto que, se presume, tiene que ser para toda nuestra existencia, exclusivo e incondicional. De ahí, las frases: Te amaré siempre, No podré amar a nadie más que a ti, Te quiero por encima de todo, Te quiero más que a mi vida, Tu eres mi “media naranja”, etc.

Por último, en la vida, cada uno de nosotros encontramos a diversas personas de las cuales nos enamoramos. Algunas veces queda ese cariño, pero otras veces se va. En Cajabamba, conocí a Edith y en Cajamarca, a Gloria. Después tuve la dicha de conocer a mi compañera, amiga y esposa Isabel, en francés Isabelle, con quien pasamos días felices y adorables, compartimos la vida con salud y el deporte. A ella, le podría decir todas las frases descritas antes, pero solo le pregunto: ¿Qué sería sin ti?
Cortesia de Elizabeth

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